a comunidad de Palo Alto, fundada en 1972 por jornaleros de Michoacán, representa un ejemplo de cooperativa de vivienda que ha resistido la presión inmobiliaria en Ciudad de México. A pesar de estar rodeada por desarrollos de lujo en Santa Fe, sus habitantes enfrentan desafíos relacionados con la especulación inmobiliaria y la gentrificación, luchando por preservar su identidad comunitaria y evitar la venta de sus propiedades. Este caso refleja las tensiones entre el desarrollo urbano y la conservación de comunidades históricas en la ciudad.
